martes, 18 de marzo de 2014

El otro día me pedi una pizza

Antes de empezar con el relato me gustaría contestar algunas posibles preguntas que los lectores pudiesen llegar a tener:

W, cuando escribís por primera vez tras empezar un nuevo año siempre nos comentas cuales son tus primeras impresiones y nos relatas alguna anécdota de verano. ¿Este año no nos vas a contar nada?
No.

¿Porque?
Porque no se me da la gana.

En fin, como dice el titulo de la entrada el otro día me pedí una pizza.

W estaba ya a media cuadra de la entrada de su casa; deslizo su mano izquierda al bolsillo de su mochila que llevaba colgando sobre su hombro derecho para sacar las llaves cuando en ese momento nota que la puerta de entrada se abre iluminando apenas la vereda con la luz del pasillo.
Eso no suponía nada para W, igual iba a tener que sacar las llaves para abrir la puerta de arriba pero le llamo la atención la figura que salio del interior, oscura, casi una sombra debido a los arboles que obstruían la poca luz que pudiese llegar a haber a las diez y media de la noche.
Igual W no necesitaba de ningún tipo de iluminacion para saber de quien se trataba. El pelotudo del vecino pensó, que salio a sacar la basura. Tal vez el tipo no era malo pero era un pelotudo certificado, cada vez que W tenia la desgracia de cruzarselo en el pasillo o en la escalera siempre salia con algún problema de su cochina casa. Algunas goteras que le hacían en el departamento, los vidrios de la puerta que seria buena idea cambiarlos, conseguir algunas plantas para decorar el pasillo. Un pelotudo.
Tristemente para W el encuentro era inevitable.
"Hola, buenas noches" saludo su vecina con esa tediosa y gastada sonrisa de pelotudo que lo caracterizaba.
"Hola" respondió W, en todo este tiempo no se había tomado la molestia de aprenderse su nombre, no le interesaba, para el era simplemente el peluto del vecino.
Ya le había dado la espalda, encaminándose hacia las escaleras que lo llevarian hasta su hogar cuando nuevamente vuelve a oír esa vocecita esta vez desde atrás. "Disculpa tendrías un minuto?"
Asi tenga uno o mil gastarlos en vos seria como tirar tiempo restante de mi vida al inodoro, pensó W pero si había algo que no se podía negar era que el era un muy buen vecino siempre con infita predisposición.
"Decime," respondió con un tono que cualquier persona podría haber interpetado como 'si no me queda otra' pero este tipo no porque era un pelotudo, no había mas vuelta que darle al asunto.
"Hoy limpie la escalera, cuando subas fíjate que esta todo limpio," dijo su vecino y se quedo mirando esperando...que?
"Que bien," dijo el, no se le ocurría que otra cosa podía contestar. Giro sobre si mismo dio dos pasos pensando que todo había acabado pero nuevamente: "O sea los tres pisos y el pasillo, fijate como quedo".
Vagamente W recorrió el oscuro pasillo con la mirada, no le pareció ni mucho mas sucio ni mucho mas limpio de como se veía siempre. Estaba normal.
Era viernes el llegaba de trabajar y ya estaba realmente cansado, "Se lo ve limpio, pero decime a donde queres llegar?"
El vecino quedo estupefacto, como si se esperara cualquier otra respuesta menos esa. "Bueno creo nos podríamos organizar para que entre todos la escalera este limpia, esto lo limpie yo solo hoy."
W empezaba a perder la paciencia, bueno no es que se pudiese decir que tuviera mucha. "Ya me quedo bastante claro que limpieaste la escalera, en este minuto que paso lo dijiste tres veces. Queres que te demos una guirnalda con un ramo de flores? Yo también he hecho cosas acá y no pedí que me coronen reina del barrio."
"No es para que te pongas así, esto te lo digo como buen vecino," dijo su vecino defensivamente como si W le hubiese tirado un espadazo y el lo hubiese bloqueado con un escudo. Su rostro empezaba a palidecer.
"Al menos para mi el concepto de 'buen vecino' no implica que yo siendo vecino le rompa las pelotas o otro vecino. Vos dispone de tu tiempo como quieras, yo voy a hacer lo mismo con el mio. Buenas noches." Sin esperar respuesta alguna giro y subió por las escaleras.
Al llegar a su departamento no se encontró con nadie para recibirlo mas que una soledad absoluta. Bueno estaba el gato de la casa acurrucado en una silla en el comedor, pero el y W jamas habían sido amigos así que era lo mismo que si no hubiese nadie.
Que milagro, pensó el. Se dirigió a su cuarto, prendió la luz y arrojo su mochila en la cama, que cayó apenas haciendo un ruido casi completamente silenciado por el colchón.
Que iba a hacer ahora? Algo tenian que comer ya eran casi las once de la noche. Parece una buena noche para pedir una pizzita, se dijo, aunque eso tendría sus contras, iba a tener que usar el telefono para llamar y eso no le gustaba, nunca le habia gustado hablar por telefono pero la situacion bien ameritaba el sacrificio.
Tomo el telefono, marco y al otro lado de la linea alguien atendió, "Pizzeria el Trebol buenas noches, en que puedo ayudarle?"
Queria saber si tenían repuestos para cilindros neumaticos boludo, para que alguien llamaría a una pizzeria si no era para pedir pizza o empanadas. Lo estúpida que podía llegar a ser la especie humana lo enfermaba, pero de todas formas se las arreglo para contestar, "Quería pedir una grande de muzzarella."
"Bien, una grande de muzzarella entonces."
"Ok, mira..." ahora venia la parte difícil sabia el, "No se si sos vos el que me atiende siempre pero yo siempre pido que me descuenten las aceitunas porque la verdad es que no las uso."
Hubo una pausa, como si no hubiese llegado a escuchar, "Como dice?"
"Que si no seria posible que me descontaran las aceitunas porque no me gustan, antes siempre me las descontaban," repitió el y tras esto volvió a haber una pausa seguido de un sonido claramente distinguible, "Puede ser que se esten riendo?"
"No, no para nada," contesto su interlocutor con una voz que indicaba en efecto que se estaba riendo y recién ahora estaba recuperando la compostura o la suficiente como para responder, "Mire, acabo de preguntar pero me dicen que eso no es posible. Son ochenta y cinco pesos."
"Bueno no hay drama," respondió resignado y dolido, antes si le habían descontado las aceitunas y si la memoria no le fallaba el orégano también. El tenia orégano en su casa.
Dio su dirección, corto el teléfono y se dedico a esperar su pizza que según le habían dicho tardaria entre veinte y treinta minutos. Una pizza con aceitunas que el no quería pero las iba a tener que pagar igual. Burgueses de mierda.
No tenia otra cosa que hacer mas que esperar, fue hasta su computadora que ya se encontraba prendida, reviso su correo electrónico, entro a su Facebook, vio un par de videos en Youtube, las cosas comunes que uno hace en la PC para matar el tiempo bah.
Entonces sono el timbre.
Había preparado la plata justa, ochenta y cinco pesos, pero tenia que dejar algo de propina, el no era ningún tacaño. Busco y busco pero no encontró ninguna moneda de veinticinco centavos y no podia seguir haciendo esperar al de la pizza, porque su pizza se iba a enfirar. Que se cague, decidio finalmente y bajo.
Pago con lo justo y subió, de propina podria haberle dado las aceitunas, penso despues.
La pizza estaba bien caliente, la podía sentir atraves de la caja que sostenía cuidadosamente con la palma de su mano.
Al abrir el olor a masa y queso recién salido del horno lo invadió y no tardo en hacersele agua la boca. Pero ahí estaban ellas también, las aceitunas. Les dirigió una mirada cargada de odio, desprecio y asco, y una por una las saco.
Tomo una porción, la mas grande de todas según le pareció a el, y con el dedo índice le fue acomodando hacia la superficie, los chorros de queso que iban colgando a los costados. Dio un mordisco y la masa caliente crujió entre sus dientes mientras la muzzarella de deshacía en su boca. Si, le había costado ochenta y cinco pesos y había pagado unas aceitunas que no quería pero al menos la pizza y la soledad estaban con el, y lo estaba disfrutando.
Fue en ese momento cuando oyó el ruido de la puerta de afuera que se abría.
La vida me odia.