Con Gilberto quedamos en
encontrarnos en un bar. Él, muy amable, me dijo que no me hiciera ningún
problema por la comida. Que el se encargaría de cubrir todos los gastos de la
cena.
Bueno en realidad, medio que
me preguntó si dejaba que el me invitara en agradecimiento por prestarle mi
oreja así me comentaba que era lo que lo estaba agobiando.
Y a lo que yo, con un poco
de vergüenza, accedí.
Bueno…en realidad…le dije
que pague el. Porque bueno, a ver, me parecía lo más justo. Después de todo, había
cancelado todos los planes que tenía por él.
¿A caso la amistad no es dar
para recibir? O dar y recibir. Una cosa así. Bueno, a lo que voy es que yo simplemente
me limite a seguir el protocolo social.
Llego al bar y ahí lo veo a
mí amigo. Sentado, con las orejas para abajo, los hombros caídos. Sintiéndose
un boludo, seguramente. Uh hombre al que le han absorbido hasta la última gota
de dignidad y amor propio. Gente que se abusó hasta el hartazgo de su buen
corazón. Sacándole hasta lo que no tiene. Porque así es Gilberto.
En resumen, el último
eslabón en la dignidad humana.
Pero bueno, por suerte, ahí
estaba yo para ponerle el hombro. Y la boca, porque bueno, mínimamente me tenía
que pagar la cena. Era lo justo después de todo.
No termino de empujar la
puerta de vidrio para entrar al local, que mi amigo enseguida levanta la
mirada. Con los ojitos apagados, como si fuese un perro apaleado al que
mandaron al rincón porque se había portado mal.
Por lo que decido ir al
grano. Entonces, así como llego me siento y en mi tono mas imperativo le digo:
-Contáme Gilberto, ¿qué te
hizo ahora esta yegua?
-No, no le digas así. Lo que
pasó con Lucre es qu-
-¡Pará, pará! Ahora me
contás. Pará que antes me quiero pedir algo para morgar porque tengo una lija
te digo, que soy capaz de comerme la mesa. A parte, ¡no todos los días mi amigo
me invita a cenar!
-Bueno, vos también, un poco
más me amenazabas con no venir si te decía que no te invitaba. Lo que sí, trata
de pedir algo tranquilo, porque todavía me falta juntar la otra mitad del
alquiler.
-¡Dah! ¡Pero que exagerado!
Tratá de disfrutar un poco la vida que hoy estamos y mañana no se sabe.
-Siempre tan trágico vos.
-No, pero es que es la
verdad. A ver, hoy en día uno se puede morir en cualquier momento y de las
maneras más absurdas que te puedas imaginar. Ya sea resbalándote con el jabón
en la ducha o pisando una cascara de banana en la calle. Un golpe seco, ahí en
el balero, y listo, te fuiste a tocar el harpa. Así que dale, vamos a disfrutar
un poco. Que encima es viernes.
-Bueno, dale, pedí. Hoy invito
yo.
Y así fue como siendo
incapaz de negarme a la generosidad de mi amigo, llamo al mozo y le pido una
picada con fiambre, cordero, rabas y anchoas. Algo tranqui, ¿no? como para ir
abriendo el estómago.
La verdad tengo que admitir
que hace rato que no la pasaba tan bien. Yo a veces medio que le intento
escapar a las reuniones sociales diciendo que son al pedo si total nada de lo
que hacemos en nuestras vidas tiene sentido. Ya sea estudiar una carrera,
formar una familia, etc. Porque a fin de cuentas todo lo que hacemos en este
mundo es hacer tiempo hasta que llegue el momento de nuestra irremediable
muerte.
Sin embargo, hoy todo eso me
importaba tres carajos. Porque estaba pasando un momento mágico con mi
amigo. Habremos estado fácil dos horas, ahí sentados, poniéndolos al día. Y si
tengo que serles franco, sentía que tranquilamente podía seguir hablando toda
la noche:
-Bueno, y eso básicamente,
Gilberto. Una de las batallas más duras que habré librado en mi vida, te digo.
Difícil, como la mierda. Pero yo no estaba dispuesto a rendirme, así que le
metí y le metí hasta que finalmente le pude ganar a Vergil en el Devil May Cry
3. Sin usar una gema dorada para revivir ¡Y en la dificultad mas alta! Y eso
cualquiera no te lo hace ¿sabes? Pero bueno, es todo una cuestión de tiempo y
dedicación. El mismo tiempo que capaz un boludo invierte estudiando medicina.
¿Y para qué? Al pedo. Quien va al médico hoy en día si todo lo podés conseguir
en farmacias. No, no, si eso de la medicina es un robo, yo siempre lo dije.
Pero bueno, ahora déjame que
te cuente de la vez que me pasé el Ace Attorney sin presentar una sola
evidencia errónea.
-Eh...si, bueno, mejor lo
dejamos para después, ¿Me vas a escuchar lo que tengo para contarte?
- ¿Eh? ¿De qué hablás?
-De la pelea que tuve con
Lucrecia.
-¡Ah, sí! ¡Perdona! Cierto
que te habías peleado. O algo así me habías dicho por teléfono. Igual, para que
antes de que empieces aprovecho para pedirme algo de comer. ¡Mozo! ¡Si, usted!
¡Venga! ¡Acá! ¡Acá! Le pido un sanguche de bondiola a la parrilla, completa y con
papas, ¿puede ser? Ah y ya que estamos un flancito después para bajar todo.
Tras escuchar eso, del otro
lado de la mesa, mi amigo se sobresalta.
-Pero pará, ¿cómo bondiola?
Recién te acabás de comer una hamburguesa. Mirá que este mes ando muy ajustado te
dije.
-Bueno, Gilberto, cualquiera
que te escuche pensará que estoy pidiendo caviar. ¿Te puedo pedir que no te
conviertas en ese tipo de persona? Porque es horrible. Pareciera que le estas
poniendo precio a la amistad, dejáme de joder.
-No, está bien, pero…
-Mirá Gilberto, si te vas a
poner así me levanto y me voy. Loco, ¿tanto quilombo por una bondiola? Encima
que vengo acá, cancelo todos los planes que tenía para esta noche, TODOS los
planes, ¿me tratas así? ¿Así van a ser las cosas, Gilberto? Decime.
-No, está bien. Pará, tampoco
te pongas así. Te pido disculpas.
Y bueno ahí Gilberto,
después de entender que yo era su último aliado en este mundo y que la amistad es
un tesoro que no se negocia, empezó a contarme lo que había sucedido con esta
chica.
Sobra decir que todo el tema
de la presunta pelea no eran más que las irregularidades comunes y propias que se
suelen dar en una relación tóxica, conformada por una neurótica y un pelotudo.
En este caso mi amigo.
El conflicto se habría
originado, en teoría, a raíz de un like que mi amigo Gilberto había recibido en
una foto de su cuenta de Facebook por parte de una compañera de trabajo.
Se ve que la chica reaccionó
con un corazón, la loca de mierda esta lo vio, y comenzó a exigirle a Gilberto
que borrara la foto. Argumentando que si está en pareja lo “normal” es poner
una foto donde salieran los dos.
Yo al principio pensé que la
psicópata de Lucrecia se había puesto a analizar cada reacción en la foto que
había recibido mi amigo para posteriormente filtrar por corazoncitos a ver quién
de estas eran mujeres. Como suelen hacer algunas. Aunque ojo, que muchas veces,
como yo siempre digo, la culpa la tiene el novio también. Porque si llegamos a
estos extremos es porque el tipo en cierta forma lo permitió.
Por eso siempre digo que
nunca está de más aplicar un buen correctivo a tiempo para evitar este tipo de
inconvenientes.
A ver, tampoco quiero que se
malinterprete lo que digo. No estoy diciendo que a la primera de cambio le
hagas tragar los dientes a tu pareja. Pero si corregirla cuando hace algo
indebido, de la misma manera que se corrige, por ejemplo, a un perro. Que sepa
que algo hizo mal.
En este caso, al ver la foto
que había subido mi amigo, mi diagnostico automáticamente fue: “Novia
conchuda”.
Si, si, claramente estaba
ante uno de esos casos, donde el espécimen en cuestión, arma un escándalo
sencillamente porque tiene ganas de fastidiar.
Porque según mis brillantes
deducciones, no tiene otra cosa mejor que hacer, que revisar sistemáticamente
las fotos del perfil del novio, una por una, para ver quien le dio me gusta.
Como si fuese remotamente posible que alguna mina se vaya a fijar en Gilberto,
con esa cara de gil de goma que tiene.
Porque a ver, yo lo adoro a
mi amigo, pero también tengo que ser realista y reconocer que tiene una cara
que parece un chicle masticado por la vida y que después lo escupieron en una
esquina, donde justo antes había meado un perro.
Cuestión que esta foto,
solamente tenía la reacción de esta compañera de trabajo. Que le dejó ese corazón,
pero después no había ninguna otra reacción ni comentario.
Entonces para tranquilizar a
mi amigo (primero termino de masticar el pedazo de bondiola que me había llevado
a la boca) y le digo:
-Mirá Gilberto, puede que
Lucrecia haya entendido cualquier cosa, porque bueno…tiene el problema este de
que no le da la cabeza, viste. Pero bueno, de última explicále que no es que
vos tengas onda con esta chica, sino que la mina te debe haber dejado ese
corazón porque le dio lástima de que nunca nadie te pone nada, pero ni por
equivocación.
Para mí sorpresa, Gilberto
se muestra decepcionado. Llevaba los hombros tan caídos, y su mirada estaba tan
apagada que daba la sensación de que en cualquier momento el tipo iba a terminar
desapareciendo en la silla.
-¿Entonces vos decís que
Veronica me dejó un corazón por eso nomás? ¿Por qué le dí lástimas? Yo pensé…
no sé, que capaz le gustaba.
-No, no hay chance, -le digo
con firmeza. Pobre, no quería que se ilusionara en vano. Ya suficiente castigo
tenía con esa cara y esa figura en general que parecía la encarnación humana
del desagrado-. A parte mirá bien lo que son las fotos de tu perfil. Es el
mismo patrón de desolación y ausencia total de carisma, desde la actualidad
hasta que te creaste la cuenta en 2010.
Acá, por ejemplo, en esta
foto que subiste cuando fuiste a pescar que salís con la trucha. Yo que soy tu
amigo, si te dejara like (no te lo voy a dejar pero si te lo dejara) seguramente
sería por la trucha. Que así como la ves, colgada y sin vida, tiene más carisma
que vos.
-¿Tan mal se me ve?
-Un -10
-Bueno, entonces voy a
hablar con Lucrecia para decirle que se quede tranquila. Y de paso agradecerle
por estar conmigo, si con la cara que tengo es imposible que alguien se fije en
mí.
-Bien, Gilberto, así se
habla. Actitud positiva.
-W
-Decime
-Gracias, loco. En serio.
Siempre estás en todo. Gracias por abrirme los ojos. Yo a veces me saco varias
fotos pensando que capaz salgo bien en alguna, ¿viste? Pero ahora sé que me
estaba engañando a mi mismo para no aceptar que soy un asco.
-Lo importante es asimilarlo.
Vos ya diste el primer paso.
-Sí, si, entiendo a donde
vas pero así y todo…Pensar que en todo mi Facebook no hay una sola foto donde
salga bien, ¿tan así?
-Y sí. Pero bueno, ¿Qué te
parece si vamos yendo?
Al escucharme, mi amigo se
queda perplejo:
-¿A dónde? -me pregunta, abriendo
los ojos tan grandes como el plato donde el mozo me había traído el flan.
-¿Cómo a donde, Gilberto?
Acaso no me llamaste para que te ayude. Nos vamos ya mismo a la casa de
Lucrecia. Vamos a arreglar esto de una vez por todas.
-No, no, mirá, no creo que
sea una buena idea. Nos peleamos muy feo. Me dijo que no me quería volver a ver
en lo que le quedara de vida.
-Gilberto, eso pasa porque
vos no entendés a las mujeres. Yo te lo voy a simplificar para que incluso vos,
con ese cerebro microscópico que tenés, lo entiendas.
-Bueno, me parece que hay
formas y formas, también, ¿no? Para decir las cosas digo.
-Ah, bueno, que lástima que
ese planteo no se lo haces a tu novia cuando te basurea. ¡No, claro! Es más
fácil y desestresante atacar a la persona que te quiere ayudar.
-No, tenés razón, disculpa.
Pasa que…este tema me tiene muy mal, ¿sabes?
-Pero porque justamente vos
tenes esa tendencia de maximizar hasta el mínimo problema, Gilberto. No sos ni
la primera ni la última persona que va a tener problemas de pareja. Todos pasan
por eso. Y si te ponés a analizar, la mayoría de las veces son boludeces: “Mi
novia está celosa de mi amiga,” “Mi novia me quiere revisar el celular”, “Mi
novia me hartó y le tuve que dar un tortazo”, “Mi novia me cansó así que la
tuve que prender fuego. A ella y a la madre”. O sea, condimentos de la vida en
pareja que son hasta necesarios te diría para que una relación fluya.
-¿Vos estás seguro de lo que
estás diciendo?
-Vos haceme caso, Gilberto.
Cuando una mujer te dice que no quiere algo, es porque lo quiere- ¡no! Lo desea
de forma desesperada. Y hablo desde la experiencia propia, también. Cuando una
mujer te dice que no la llames más, es porque quiere que la llames esa
misma noche. Cuando te dice que dejes de seguirla porque va a llamar a la
policía, es porque quiere que las busques con mas vehemencia. Y después, bueno,
la clásica: que te dice que no tenes chances con ella porque tu sola presencia
la repugna. Esa me la siguen haciendo incluso hasta el día de hoy. Pero bueno,
hay que ser pillo y saber entender estos mensajes ocultos donde en realidad nos
están pidiendo por favor que vayamos la casa y la desmayemos de placer.
Gotas de sudor habían
comenzado a descender por la frente de mi amigo, quien me miraba como si yo
estuviese diciendo un disparate. ¡Ay! ¡Como se nota que no entendía a las mujeres!
Menos mal que por suerte me tenía a mí.
-¿A vos te parece? -me
pregunta finalmente en un tono dubitativo.
-Si, Gilberto, vos confía en
mí.
-Bueno, si vos lo decís. Se
ve que al final no la tenía tan clara como pensaba. Pensé que con Lucre teníamos
esa química, viste.
-Si, bueno, tampoco es tu
culpa. A ver, esta Lucrecia es bastante hija de puta. Y muy viva, también.
Fijate que siempre apunta a engancharse un gil como vos, completamente
dependiente, incapaz de tomar sus propias decisiones. Y bueno, lo empieza a
chupar y chupar hasta que le saca hasta la última gota de dignidad.
-Eh…si, bueno, no sé, ¿te-te
parece que vayamos yendo…?
-Si, bancá que antes me
quería pedir unos panqueques con dulce de leche.
-Pero no te acabas de comer
un helado. Y antes de eso un flan.
-Si, lo que pasa es que yo
en realidad quería un panqueque. El helado me lo pedí más que nada porque venía
con la banderita.
-Si, bueno, pero me vas a
fundir así.
-¡Ah, dejá de exagerar che!
¡Cuántas cenas le habrás pagado a la otra argolluda, para que encima después te
maltrate!
-Pero, ¿a vos te parece que
hacemos a tiempo? Mirá que ya es tarde y Lucre vive lejos.
-Lo como rápido. A parte
para idear mi plan maestro de reconciliación voy a precisar energía también.
-Si. Ponele.
Después del helado, el
panqueque, y los duraznos a la crema, finalmente con mi amigo concluimos que
efectivamente se estaba haciendo tarde, así que no pusimos en marcha. El
pollito al spiedo me hubiese encantado comerlo ahí, pero bueno, le tuve que
pedir al mozo que me lo envuelva así por lo menos lo iba bajoneando en el
camino.
De esta manera, alrededor de
las dos de la mañana, emprendimos el viaje hacia Monte Grande, localidad en
donde vivía la harpía esta maltratadora de hombres.
Una mujer siniestra, que de
alguna forma había logrado atrapar a mi amigo Gilberto entre sus garras
escondidas bajo el velo de los encantos femeninos.
Pero eso se terminaba esta
misma noche.
Tenía que hacer el bien.