jueves, 20 de abril de 2017

El otro día tuve una cita por Tinder - PARTE 1

Antes de dar inicio a mi relato, considero menester dejar en claro que las líneas que leerán a continuación, nada tienen que ver con esas noticias trágicas que circulan por internet en donde el chico, descontento con una o varias actitudes de la chica, opta por decapitarla de un hachazo, para posteriormente guardar su cabeza dentro del freezer a modo de trofeo.

Mis lectores, que por supuesto incluyen a amigos muy cercanos, me conocen y bien saben que la cosa tranquilamente pudo haber terminar así. Pero no fue el caso.

Sin ir más lejos, fueron varios de mis amigos los que insistieron en que me bajara la aplicación.  A ver, soy consciente de que no soy una persona físicamente atractiva. Así como también sé que mi personalidad muchas veces puede no resultar agradable y placentera a los demás. De hecho, mis amigos más cercanos, los que más me conocen, los que más afecto me tienen, me han llegado a decir cosas como: “Todo lo malo que hiciste en esta vida lo vas a pagar en el infierno, donde espero que te pudras.” Algo que por cierto yo tomo como una crítica constructiva por parte de alguien que se preocupa por mí.

No soy la persona más fácil de llevar. Lo sé. No lo niego y me hago cargo. Es por ello que algo tan normal como conseguir pareja, para alguien como yo, puede resultar una tarea bastante complicada.
 

Cuestión que un día entre tanta oscuridad que envuelve mi vida, pude divisar un tenue rayo de luz en plena penumbra cuando uno de mis mejores amigos a quien quiero con el alma, Gastón, un fracasado de 33 años que trabaja como empleado en un locutorio, me recomendó esta aplicación llamada Tinder, que sirve para conocer gente.

Ahora yo me pregunto lo siguiente: ¿A quien se le ocurrió esto? ¿Como alguien pudo siquiera pensar que sería una buena idea? ¿Acaso no es suficiente con el hecho de que la vida misma nos someta a conocer gente de manera sistematica desde el preciso momento en el que nacemos para lidiar con ello hasta el momento de nuestras muertes? ¿Era necesario? Hay que ser masoquista realmente.


En fin.

Este amigo me dijo que desde que se la descargó había logrado salir con dos chicas, por lo que ustedes se podrán imaginar mi grado de asombro al pensar “si un perdedor como mi amigo Gastón, que tiene una presencia repugnante a la vista, logra convencer a dos minas para que salgan con él, a mí, por lógica me debería ir mucho mejor.”
 

Me descargo la aplicación y no tardó mucho en darme cuenta de dos cosas. La primera que la gente es bastante pelotuda. Porque por alguna razón creen que el signo zodiacal al que pertenecen es de vital importancia a la hora de conocer a alguien. Tanto es así que lo usan prácticamente como carta de presentación. O al menos es lo que yo noté en varios perfiles.

“Vanina, 26 años. Ariana.”
“Lucila, 30 años. Capricorniana.”
“Andrea, 22 años. Taurina empedernida.”

A ver cachorra, tirame más datos. Taurina empedernida. ¿Se supone que eso esconde algún significado? ¿O simplemente se trata de una persona desquiciada que va por la vida dándole cornadas en el culo a cualquier persona que se le cruce por el simple hecho de que es de tauro y por lo tanto es aquella cualidad lo único que la define?

La segunda cosa que percibo es que al encontrarte con especímenes como estos, la única forma de conocer a la persona con la cual coincidiste es a través de una serie de preguntas rutinarias estilo interrogatorio policial.

¿De dónde sos?
¿A qué te dedicas?
¿Con quién vivís?
¿Cuál es tu grupo sanguíneo?
¿Te gusta la empanada de humita?

Y claro cuando llegas a la pregunta 25, la mina se pudrió y te canceló la conversación. Mientras tanto vos el único dato que conseguiste sacarle es que es de piscis e hincha del rojo. Qué maravilla.

El problema es que al no tener ningún tipo de información que me permita lograr un mínimo de interacción, no tengo más alternativa que recurrir al camino más corto, directo y sin ningún tipo de vueltas:

-Hola ¿Cómo estás?
-Bien ¿y vos?
-También. Mi estimada ¿Cómo se ve usted para garchar esta noche?

*cancela conversación*

“Esto no es para mí,” pensé luego de veinte intentos fallidos y estuve a punto de borrar la aplicación cuando recibo una notificación de un nuevo match.
La chica en cuestión era bastante atractiva. Por lo menos a nivel físico era mucho más de lo que yo podía pedir. “Seguramente le dio al corazón por error y en cuestión de segundos me va a cancelar,” dije. Pero no, luego de dos horas de esperar a que me cancelara le hablo. “Hola,” pongo.

“Ya está. Ahora me cancela seguro,” dije, pero no, “Hola ¿Cómo estás?” me pone ella.

-Bien ¿Y vos?
-También ^_^

En ese momento pensé en hacer alguna pregunta que no fuese tan mecánica estilo “¿de dónde sos?” No, la idea era más bien preguntar algo que me permitiera generar algún tema de conversación. Entonces le pongo “¿Que hacías?” Así, bien informal. Además es una pregunta que por una cuestión de educación es casi seguro de que después ella me la haga a mí. Pero bueno, yo se lo pregunte igual, de onda. A pesar de que es un estilo de pregunta que particularmente a mí me rompe las pelotas. Y es muy probable que si por ejemplo vos me pones “hola ¿qué hacías?” por Whatsapp, vaya hasta tu casa y te desfigure la cara a trompadas.

Pero esto era distinto. Acá no tenía opción más que ceder, si es que quería lograr algo con esta señorita que, repito, era muy linda.

Me responde casi al instante.

-Acá en casa, tirada viendo una peli. ¿Vos?

Eureka!

“O bien le despierto cierto interés o la película que está mirando es una mierda,” dije.

Me inclino más hacía la segunda opción. Pero no importa, es irrelevante. Respondió así que de inmediato me puse a pensar en algún tipo de respuesta que me hiciera ver de manera sofisticada e interesante. Intelectualmente atractiva. “Acá en casa tirado como una larva esperando a que a Tinder me haga el milagro” me pareció una respuesta, que si bien era sincera, dejaba al descubierto mi avanzado grado de desesperación y decadencia moral.

Por lo que opte por descartar esa respuesta y poner lo primero que se me vino a la mente:

-Estoy viendo un documental sobre asesinos y violadores en serie por Youtube.

Ok, sé que estuve mal ni bien termine de tipiar las palabras, pero afortunadamente la simpática jovencita pareció habérselo tomado con humor respondiendo con un “jajajajjajajaja.”

Luego de aquel pésimo arranque seguido de una serie de intercambio de comentarios, puedo decir que la charla se volvió medianamente fluida. Me conto que era de Córdoba y que había venido a Buenos Aires para estudiar medicina.
No pasó mucho tiempo hasta que me pasara su número telefónico y quedáramos en encontrarnos para salir a tomar algo. La perplejidad que se apodero de mí en aquel momento, combinado con la sensación de triunfo ante semejante hazaña es algo que simplemente no logro describir con palabras. Imagínense. Todos estos estos años refugiado en los recónditos y oscuros rincones de mi habitación viendo pasar la vida como si fuese una película bizarra clase B y descargando gigas y gigas de anime hentai, donde la idea de salir con uno de estos ejemplares hembra solo podía cobrar vida en un escenario que transcurriese únicamente dentro de mi imaginación. Ya que tener cualquier tipo de interacción de este tipo en el mundo real, era algo que hasta hoy me resultaba completamente descabellado.

La verdad que estaría mintiendo si les dijera que no estaba entusiasmado. Además por todo lo que veníamos hablando por chat, con la mina compartíamos más o menos los mismos gustos. A los dos nos gustaban las series, la lectura, así como los días grises y apagados, con la menor cantidad se seres humanos posible circulando por la calle.

Y como bien les mencione antes: era muy linda. Nada podía salir mal, fue lo que pensé.

Que equivocado que estaba…





5 comentarios:

  1. Para ¿termina ahí? Necesito una segunda parte!

    ResponderEliminar
  2. La frase que te dicen tus mejores amigos sobre vos fue lo mejor del post.
    Lo que no se, es si es un cumplido o no, pero espero con ansias la segunda parte

    ResponderEliminar