miércoles, 15 de junio de 2022

El otro día salvé la relación de un Amigo - Parte 2

 

Con Gilberto quedamos en encontrarnos en un bar. Él, muy amable, me dijo que no me hiciera ningún problema por la comida. Que el se encargaría de cubrir todos los gastos de la cena.

Bueno en realidad, medio que me preguntó si dejaba que el me invitara en agradecimiento por prestarle mi oreja así me comentaba que era lo que lo estaba agobiando.

Y a lo que yo, con un poco de vergüenza, accedí.

 

Bueno…en realidad…le dije que pague el. Porque bueno, a ver, me parecía lo más justo. Después de todo, había cancelado todos los planes que tenía por él.

¿A caso la amistad no es dar para recibir? O dar y recibir. Una cosa así. Bueno, a lo que voy es que yo simplemente me limite a seguir el protocolo social.

 

Llego al bar y ahí lo veo a mí amigo. Sentado, con las orejas para abajo, los hombros caídos. Sintiéndose un boludo, seguramente. Uh hombre al que le han absorbido hasta la última gota de dignidad y amor propio. Gente que se abusó hasta el hartazgo de su buen corazón. Sacándole hasta lo que no tiene. Porque así es Gilberto.

 

En resumen, el último eslabón en la dignidad humana.

 

Pero bueno, por suerte, ahí estaba yo para ponerle el hombro. Y la boca, porque bueno, mínimamente me tenía que pagar la cena. Era lo justo después de todo.

 

No termino de empujar la puerta de vidrio para entrar al local, que mi amigo enseguida levanta la mirada. Con los ojitos apagados, como si fuese un perro apaleado al que mandaron al rincón porque se había portado mal.

 

Por lo que decido ir al grano. Entonces, así como llego me siento y en mi tono mas imperativo le digo:

 

-Contáme Gilberto, ¿qué te hizo ahora esta yegua?

 

-No, no le digas así. Lo que pasó con Lucre es qu-

 

-¡Pará, pará! Ahora me contás. Pará que antes me quiero pedir algo para morgar porque tengo una lija te digo, que soy capaz de comerme la mesa. A parte, ¡no todos los días mi amigo me invita a cenar!

 

-Bueno, vos también, un poco más me amenazabas con no venir si te decía que no te invitaba. Lo que sí, trata de pedir algo tranquilo, porque todavía me falta juntar la otra mitad del alquiler.

 

-¡Dah! ¡Pero que exagerado! Tratá de disfrutar un poco la vida que hoy estamos y mañana no se sabe.

 

-Siempre tan trágico vos.

 

-No, pero es que es la verdad. A ver, hoy en día uno se puede morir en cualquier momento y de las maneras más absurdas que te puedas imaginar. Ya sea resbalándote con el jabón en la ducha o pisando una cascara de banana en la calle. Un golpe seco, ahí en el balero, y listo, te fuiste a tocar el harpa. Así que dale, vamos a disfrutar un poco. Que encima es viernes.

 

-Bueno, dale, pedí. Hoy invito yo.

 

Y así fue como siendo incapaz de negarme a la generosidad de mi amigo, llamo al mozo y le pido una picada con fiambre, cordero, rabas y anchoas. Algo tranqui, ¿no? como para ir abriendo el estómago.

 

La verdad tengo que admitir que hace rato que no la pasaba tan bien. Yo a veces medio que le intento escapar a las reuniones sociales diciendo que son al pedo si total nada de lo que hacemos en nuestras vidas tiene sentido. Ya sea estudiar una carrera, formar una familia, etc. Porque a fin de cuentas todo lo que hacemos en este mundo es hacer tiempo hasta que llegue el momento de nuestra irremediable muerte.

Sin embargo, hoy todo eso me importaba tres carajos. Porque estaba pasando un momento mágico con mi amigo. Habremos estado fácil dos horas, ahí sentados, poniéndolos al día. Y si tengo que serles franco, sentía que tranquilamente podía seguir hablando toda la noche:

 

-Bueno, y eso básicamente, Gilberto. Una de las batallas más duras que habré librado en mi vida, te digo. Difícil, como la mierda. Pero yo no estaba dispuesto a rendirme, así que le metí y le metí hasta que finalmente le pude ganar a Vergil en el Devil May Cry 3. Sin usar una gema dorada para revivir ¡Y en la dificultad mas alta! Y eso cualquiera no te lo hace ¿sabes? Pero bueno, es todo una cuestión de tiempo y dedicación. El mismo tiempo que capaz un boludo invierte estudiando medicina. ¿Y para qué? Al pedo. Quien va al médico hoy en día si todo lo podés conseguir en farmacias. No, no, si eso de la medicina es un robo, yo siempre lo dije.

Pero bueno, ahora déjame que te cuente de la vez que me pasé el Ace Attorney sin presentar una sola evidencia errónea.

 

-Eh...si, bueno, mejor lo dejamos para después, ¿Me vas a escuchar lo que tengo para contarte?

 

- ¿Eh? ¿De qué hablás?

 

-De la pelea que tuve con Lucrecia.

 

-¡Ah, sí! ¡Perdona! Cierto que te habías peleado. O algo así me habías dicho por teléfono. Igual, para que antes de que empieces aprovecho para pedirme algo de comer. ¡Mozo! ¡Si, usted! ¡Venga! ¡Acá! ¡Acá! Le pido un sanguche de bondiola a la parrilla, completa y con papas, ¿puede ser? Ah y ya que estamos un flancito después para bajar todo.

 

Tras escuchar eso, del otro lado de la mesa, mi amigo se sobresalta.

 

-Pero pará, ¿cómo bondiola? Recién te acabás de comer una hamburguesa. Mirá que este mes ando muy ajustado te dije.

 

-Bueno, Gilberto, cualquiera que te escuche pensará que estoy pidiendo caviar. ¿Te puedo pedir que no te conviertas en ese tipo de persona? Porque es horrible. Pareciera que le estas poniendo precio a la amistad, dejáme de joder.

 

-No, está bien, pero…

 

-Mirá Gilberto, si te vas a poner así me levanto y me voy. Loco, ¿tanto quilombo por una bondiola? Encima que vengo acá, cancelo todos los planes que tenía para esta noche, TODOS los planes, ¿me tratas así? ¿Así van a ser las cosas, Gilberto? Decime.

 

-No, está bien. Pará, tampoco te pongas así. Te pido disculpas.

 

Y bueno ahí Gilberto, después de entender que yo era su último aliado en este mundo y que la amistad es un tesoro que no se negocia, empezó a contarme lo que había sucedido con esta chica.

Sobra decir que todo el tema de la presunta pelea no eran más que las irregularidades comunes y propias que se suelen dar en una relación tóxica, conformada por una neurótica y un pelotudo. En este caso mi amigo.

 

El conflicto se habría originado, en teoría, a raíz de un like que mi amigo Gilberto había recibido en una foto de su cuenta de Facebook por parte de una compañera de trabajo.

Se ve que la chica reaccionó con un corazón, la loca de mierda esta lo vio, y comenzó a exigirle a Gilberto que borrara la foto. Argumentando que si está en pareja lo “normal” es poner una foto donde salieran los dos.

Yo al principio pensé que la psicópata de Lucrecia se había puesto a analizar cada reacción en la foto que había recibido mi amigo para posteriormente filtrar por corazoncitos a ver quién de estas eran mujeres. Como suelen hacer algunas. Aunque ojo, que muchas veces, como yo siempre digo, la culpa la tiene el novio también. Porque si llegamos a estos extremos es porque el tipo en cierta forma lo permitió.

Por eso siempre digo que nunca está de más aplicar un buen correctivo a tiempo para evitar este tipo de inconvenientes.

A ver, tampoco quiero que se malinterprete lo que digo. No estoy diciendo que a la primera de cambio le hagas tragar los dientes a tu pareja. Pero si corregirla cuando hace algo indebido, de la misma manera que se corrige, por ejemplo, a un perro. Que sepa que algo hizo mal.

 

En este caso, al ver la foto que había subido mi amigo, mi diagnostico automáticamente fue: “Novia conchuda”.

Si, si, claramente estaba ante uno de esos casos, donde el espécimen en cuestión, arma un escándalo sencillamente porque tiene ganas de fastidiar.

Porque según mis brillantes deducciones, no tiene otra cosa mejor que hacer, que revisar sistemáticamente las fotos del perfil del novio, una por una, para ver quien le dio me gusta. Como si fuese remotamente posible que alguna mina se vaya a fijar en Gilberto, con esa cara de gil de goma que tiene.

Porque a ver, yo lo adoro a mi amigo, pero también tengo que ser realista y reconocer que tiene una cara que parece un chicle masticado por la vida y que después lo escupieron en una esquina, donde justo antes había meado un perro.

 

Cuestión que esta foto, solamente tenía la reacción de esta compañera de trabajo. Que le dejó ese corazón, pero después no había ninguna otra reacción ni comentario.

Entonces para tranquilizar a mi amigo (primero termino de masticar el pedazo de bondiola que me había llevado a la boca) y le digo:

 

-Mirá Gilberto, puede que Lucrecia haya entendido cualquier cosa, porque bueno…tiene el problema este de que no le da la cabeza, viste. Pero bueno, de última explicále que no es que vos tengas onda con esta chica, sino que la mina te debe haber dejado ese corazón porque le dio lástima de que nunca nadie te pone nada, pero ni por equivocación.

 

Para mí sorpresa, Gilberto se muestra decepcionado. Llevaba los hombros tan caídos, y su mirada estaba tan apagada que daba la sensación de que en cualquier momento el tipo iba a terminar desapareciendo en la silla.

 

-¿Entonces vos decís que Veronica me dejó un corazón por eso nomás? ¿Por qué le dí lástimas? Yo pensé… no sé, que capaz le gustaba.

 

-No, no hay chance, -le digo con firmeza. Pobre, no quería que se ilusionara en vano. Ya suficiente castigo tenía con esa cara y esa figura en general que parecía la encarnación humana del desagrado-. A parte mirá bien lo que son las fotos de tu perfil. Es el mismo patrón de desolación y ausencia total de carisma, desde la actualidad hasta que te creaste la cuenta en 2010.

Acá, por ejemplo, en esta foto que subiste cuando fuiste a pescar que salís con la trucha. Yo que soy tu amigo, si te dejara like (no te lo voy a dejar pero si te lo dejara) seguramente sería por la trucha. Que así como la ves, colgada y sin vida, tiene más carisma que vos.

 

-¿Tan mal se me ve?

 

-Un -10

 

-Bueno, entonces voy a hablar con Lucrecia para decirle que se quede tranquila. Y de paso agradecerle por estar conmigo, si con la cara que tengo es imposible que alguien se fije en mí.

 

-Bien, Gilberto, así se habla. Actitud positiva.

 

-W

 

-Decime

 

-Gracias, loco. En serio. Siempre estás en todo. Gracias por abrirme los ojos. Yo a veces me saco varias fotos pensando que capaz salgo bien en alguna, ¿viste? Pero ahora sé que me estaba engañando a mi mismo para no aceptar que soy un asco.

 

-Lo importante es asimilarlo. Vos ya diste el primer paso.

 

-Sí, si, entiendo a donde vas pero así y todo…Pensar que en todo mi Facebook no hay una sola foto donde salga bien, ¿tan así?

 

-Y sí. Pero bueno, ¿Qué te parece si vamos yendo?

 

Al escucharme, mi amigo se queda perplejo:

 

-¿A dónde? -me pregunta, abriendo los ojos tan grandes como el plato donde el mozo me había traído el flan.

 

-¿Cómo a donde, Gilberto? Acaso no me llamaste para que te ayude. Nos vamos ya mismo a la casa de Lucrecia. Vamos a arreglar esto de una vez por todas.

 

-No, no, mirá, no creo que sea una buena idea. Nos peleamos muy feo. Me dijo que no me quería volver a ver en lo que le quedara de vida.

 

-Gilberto, eso pasa porque vos no entendés a las mujeres. Yo te lo voy a simplificar para que incluso vos, con ese cerebro microscópico que tenés, lo entiendas.

 

-Bueno, me parece que hay formas y formas, también, ¿no? Para decir las cosas digo.

 

-Ah, bueno, que lástima que ese planteo no se lo haces a tu novia cuando te basurea. ¡No, claro! Es más fácil y desestresante atacar a la persona que te quiere ayudar.

 

-No, tenés razón, disculpa. Pasa que…este tema me tiene muy mal, ¿sabes?

 

-Pero porque justamente vos tenes esa tendencia de maximizar hasta el mínimo problema, Gilberto. No sos ni la primera ni la última persona que va a tener problemas de pareja. Todos pasan por eso. Y si te ponés a analizar, la mayoría de las veces son boludeces: “Mi novia está celosa de mi amiga,” “Mi novia me quiere revisar el celular”, “Mi novia me hartó y le tuve que dar un tortazo”, “Mi novia me cansó así que la tuve que prender fuego. A ella y a la madre”. O sea, condimentos de la vida en pareja que son hasta necesarios te diría para que una relación fluya.

 

-¿Vos estás seguro de lo que estás diciendo?

 

-Vos haceme caso, Gilberto. Cuando una mujer te dice que no quiere algo, es porque lo quiere- ¡no! Lo desea de forma desesperada. Y hablo desde la experiencia propia, también. Cuando una mujer te dice que no la llames más, es porque quiere que la llames esa misma noche. Cuando te dice que dejes de seguirla porque va a llamar a la policía, es porque quiere que las busques con mas vehemencia. Y después, bueno, la clásica: que te dice que no tenes chances con ella porque tu sola presencia la repugna. Esa me la siguen haciendo incluso hasta el día de hoy. Pero bueno, hay que ser pillo y saber entender estos mensajes ocultos donde en realidad nos están pidiendo por favor que vayamos la casa y la desmayemos de placer.

 

Gotas de sudor habían comenzado a descender por la frente de mi amigo, quien me miraba como si yo estuviese diciendo un disparate. ¡Ay! ¡Como se nota que no entendía a las mujeres! Menos mal que por suerte me tenía a mí.

 

-¿A vos te parece? -me pregunta finalmente en un tono dubitativo.

 

-Si, Gilberto, vos confía en mí.

 

-Bueno, si vos lo decís. Se ve que al final no la tenía tan clara como pensaba. Pensé que con Lucre teníamos esa química, viste.

 

-Si, bueno, tampoco es tu culpa. A ver, esta Lucrecia es bastante hija de puta. Y muy viva, también. Fijate que siempre apunta a engancharse un gil como vos, completamente dependiente, incapaz de tomar sus propias decisiones. Y bueno, lo empieza a chupar y chupar hasta que le saca hasta la última gota de dignidad.

 

-Eh…si, bueno, no sé, ¿te-te parece que vayamos yendo…?

 

-Si, bancá que antes me quería pedir unos panqueques con dulce de leche.

 

-Pero no te acabas de comer un helado. Y antes de eso un flan.

 

-Si, lo que pasa es que yo en realidad quería un panqueque. El helado me lo pedí más que nada porque venía con la banderita.

 

-Si, bueno, pero me vas a fundir así.

 

-¡Ah, dejá de exagerar che! ¡Cuántas cenas le habrás pagado a la otra argolluda, para que encima después te maltrate!

 

-Pero, ¿a vos te parece que hacemos a tiempo? Mirá que ya es tarde y Lucre vive lejos.

 

-Lo como rápido. A parte para idear mi plan maestro de reconciliación voy a precisar energía también.

 

-Si. Ponele.

 

Después del helado, el panqueque, y los duraznos a la crema, finalmente con mi amigo concluimos que efectivamente se estaba haciendo tarde, así que no pusimos en marcha. El pollito al spiedo me hubiese encantado comerlo ahí, pero bueno, le tuve que pedir al mozo que me lo envuelva así por lo menos lo iba bajoneando en el camino.

 

De esta manera, alrededor de las dos de la mañana, emprendimos el viaje hacia Monte Grande, localidad en donde vivía la harpía esta maltratadora de hombres.

Una mujer siniestra, que de alguna forma había logrado atrapar a mi amigo Gilberto entre sus garras escondidas bajo el velo de los encantos femeninos.

 

Pero eso se terminaba esta misma noche.

 

Tenía que hacer el bien.




 

lunes, 25 de abril de 2022

El otro día salvé la relación de un Amigo - Parte 1

 

Esta es una historia normal.

 

Una historia común y corriente. Algo que tranquilamente te pudo haber pasado a vos o a un amigo tuyo. Pero que, por azares del destino (¿Y por qué no? Un ensañamiento injustificado que la vida pareciera tener conmigo) me sucedió a mí. Un tipo común. Que pasa desapercibido en cualquier lado. Basta con echarle una a mi paso por la escuela primaria y secundaria, donde fui prácticamente un fantasma.

Aunque siempre con un mismo objetivo: Hacer el bien. Más aún cuando se trata de ayudar a alguien cercano. Como un amigo.

 

Pero antes de comenzar con mi relato quiero decirles que me gustaría que tomen esta anécdota como un aprendizaje. Que absorban mis palabras como si tratara de una esponja. Que procesen todo lo que digo y viertan ese conocimiento en su vida cotidiana. Así no terminan como este servidor -del bien, por supuesto-. Que por ayudar a un colega acaó metido en flor de problemilla.

Algo circunstancial, y que de paso, aprovecho para reafirmar que me declaro absolutamente inocente de todo lo que se me acusa.

Que de hecho si tuve un rol en todo este asunto, les puedo asegurar que es el de víctima.

 

Esta historia tuvo lugar aproximadamente hace tres años. Es decir, que fue algo preexistente a todo esto de la pandemia. Época que difícilmente vuelva. Donde muchas personas, como yo, no podían usar el tema del aislamiento social para justificar su triste y lamentable vida social. 

Hoy por lo menos vivo un poco más tranquilo en ese sentido, ya que cuando me preguntan “¿Che y vos no salís a ningún lado?” les puedo decir “No. No porque me estoy cuidando, viste. Con esto del virus.”

 

SÍ, claro. Un virus. Ya hace mas de 30 años que me estoy cuidando de ese virus.


Cuando la realidad es que no salgo porque sencillamente no tengo a nadie con quien salir y los pocos amigos que me quedan hoy en día si me ven caminando por la calle se cruzan de vereda. Como si tuviese la peste. Como si me culparan a mí de ser el artífice de sus penurias y sus días grises.

 

Como mi amigo Gilberto.

 

Todo comenzó un viernes por la noche. Yo me encontraba en mi casa viendo el noticiero. Lo mismo de siempre. Tampoco es que esperaba escuchar algo interesante. Debo admitir que la mayoría de las veces simplemente suelo dejar la tele prendida para escuchar otra voz humana y hacer de cuenta que no estoy tan solo en la vida.

 

“…y en lo que respecta al tiempo, bueno, vos que estás ahí en casa ansioso por saber si te vas a poder juntar con tus seres queridos a comer un asado, quedáte tranquilo porque vamos a tener un fin de semana hermoso y despejado. Cálido, con un sol resplandeciente y alegre, ideal para salir con amigos y disfrutar de este verano que recién está empezando. ¿Existirá algo mejor que el verano? Yo la verdad que lo dudo mucho. ¿A quien no le puede gustar el verano? A un enfermo únicamente.”

 

-Hablá por vos -dije en vos alta, sin nadie que pudiera escucharme. Porque claro, como les dije, siempre me encontraba solo-.

 

“…Y lamentablemente ahora tenemos que pasar a noticias seguramente menos agradables. Ya que el barrio de Paternal sigue buscando desesperadamente a Wilfredo. Joven que ya lleva más de un mes desaparecido, luego de haber sido visto por última vez en una juntada con dos amigos. La familia en este caso, se encuentra extremadamente preocupada, siendo un caso tan particular el de este joven, ya que Wilfredo es discapacitado. A raíz de un accidente en donde perdió dos de sus piernas, luego de que…vamos a decirlo, con perdón de la expresión, un malnacido, quien se decía ser su amigo, lo pasó con un auto por encima. Estamos en vivo con la familia de Wilfredo, vamos con el móvil, por favor.”

 

No pude soportarlo más.

 

Les juro que tuve que apagar la televisión de lo indignado que estaba. A veces me cuesta mucho creer que exista gente tan mala en el mundo. Y probablemente, la historia del noticiero, de aquel desafortunado joven, me terminó afectando más de lo que hubiese querido. Dado que yo también tenía un amigo llamado Wilfredo. ¡Quien además también es de Paternal y casualmente no veo hace más de un mes!

Y que por si las coincidencias ya no fuesen lo suficientemente escalofriantes, hace un par de años mi amigo también sufrió un accidente en donde se podría decir que yo, en parte, conté con algo de responsabilidad. Un trágico accidente, donde, bueno, por caprichos del destino mi amigo acabó perdiendo ambas piernas. Y nada, viste, yo desde ese día como que siento que el tipo jamás volvió a ser el de siempre.

 

¡Ay, Wilfredo! -lamenté hacia mis adentros- ¿Qué no haría para poder localizarte? ¡Sí hasta me rasgaría el pecho y arrancaría el corazón con mis propias manos con tal de tener noticias tuyas!

 

De hecho Jorge, un amigo que tenemos en común, el otro día me llamó con la idea de ir a pegar panfletos por el barrio, para ver si en una de esas conseguíamos algún dato sobre su paradero. Pero bueno, lamentablemente no se dio, porque yo ese día justo tenía que ir al cine. Y justo ya había pagado la entrada. Sí, una cagada.

A parte convengamos que mi amigo Jorge es un exagerado. Un teatrero de aquellos. El típico sujeto que entra en pánico ante la primera señal de irregularidad que se presenta. Yo le dije: “Jorge, déjate de joder, estás actuando como si Wilfredo estuviese desaparecido. A ver, pasó un mes nomás, se habrá ido de joda por ahí. Estará con alguna minusa.”

 

-¿Pero a donde va a ir si no tiene piernas?

-Mirá Jorge, que a vos las mujeres no te den bola por ser la persona más intrascendente del planeta, no quiere decir que Wilfredo no pueda salir a mojar la oblea de vez en cuando. Con o sin piernas. Hay gente que de verdad desaparece todos los días y vos te estás armando una película que nada que ver me parece. Wilfredo no está desaparecido. A lo sumo estará en hiatus.

 

Y después de decirle eso le tuve que cortar porque la verdad ya me estaba rompiendo bastante las pelotas. A ver, Jorge es mi amigo y yo lo quiero mucho, pero a veces su egoísmo me resulta chocante.

 

Volviendo al tema que nos concierne, después de que apago el televisor, esa noche, justo cuando estaba yendo a la cocina a buscar un vaso de agua, escuchó un ruido extraño.

 

BRRRR…BRRRR…

 

Yo me sobresalté, pensando de donde podía provenir aquel sonido. Hasta que veo en dirección a la mesa y compruebo que se trataba de mi teléfono celular, el cuál estaba vibrando.

 

Había recibido un mensaje.

 

Si antes me había puesto nervioso por el ruido, ahora estaba peor. Ya que rara vez suelo recibir mensajes. De ningún tipo

 

La pantalla del celular se ilumina al momento de desbloquearlo, y ahí compruebo que no tenía uno sino varios mensajes. Cinco de hecho. Por lo que uno a uno me pongo a leerlos, arrancando por el más viejo por supuesto. Este era de hace dos semanas y decía lo siguiente:

 

MENSAJE 1 DE 5

 

HACE DOS SEMANAS

DE: 15-XXXX-XXXX

ASUNTO: TÍA CARMELA

 

HOLA, SOY YO, TU PRIMO. SE QUE DEBIDO A UNA SERIE DE DIFERENCIAS QUE HEMOS TENIDO EN ESTE ÚLTIMO TIEMPO NOS ENCONTRAMOS DISTANCIADOS. PERO COMO SABRÁS, LA TÍA CARMELA SE ENCUENTRA INTERNADA Y EL ÚLTIMO PARTE MÉDICO POR DESGRACIA NO FUE MUY FAVORABLE. ESTARÍA BUENO QUE CUANDO PUEDAS, PASES A VERLA YA QUE HOY FUI Y ME PREGUNTÓ POR VOS. UN SALUDO.

 

Recuerdo que mi primera reacción fue decir “¿Y quien carajo es la tía Carmela?” Y sobre todo ¿Quién era este boludo me escribía diciendo ser mi primo? De seguro era número equivocado, por lo que simplemente borré el mensaje y pasé al siguiente.

 

 

MENSAJE 2 DE 5

 

HACE UNA SEMANA

DE: 15-XXXX-XXXX

ASUNTO: NO QUEDA MUCHO

 

LA TÍA APENAS PUEDE HABLAR. TE PIDO POR LO QUE MAS QUIERAS QUE SI AÚN QUEDA ALGO DE HUMANIDAD EN TU CORAZÓN PASES A VERLA. POR LO MENOS 5 MINUTOS. AYER CON LAS POCAS FUERZAS QUE TENÍA SE PUSO A RECORDAR CUANDO NOS HACÍA PAN MIENTRAS NOSOTROS JUGABAMOS EN EL JARDÍN DE SU CASA CON EL PERRO TOTO. POR LO QUE MÁS QUIERAS, VENÍ A DESPEDIRTE. NO VAYA SER COSA QUE EL DÍA DE MAÑANA TE ARREPIENTAS POR NO HABER PODIDO COMPARTIR UN ÚLTIMO MOMENTO CON LA TÍA.

 

Ah, pero un sentimental importante el pesado este. Que claramente se ve que seguía teniendo el número equivocado.

Pero todavía quedaban más mensajes, uno más confuso que el anterior, debo decir.

 

MENSAJE 3 DE 5

 

HACE 2 DÍAS

DE: 15-XXXX-XXXX

ASUNTO: ¡¡¡POR FAVOR!!!

 

YA NO SÉ COMO PEDIRTELO. A ESTA ALTURA YA NI SÉ SI SIRVA DE ALGO. LOS MÉDICOS LE DIERON A LA TÍA 24 HS DE VIDA. NOS DICEN QUE TENEMOS QUE SER FUERTES, QUE LE HABLEMOS A LA TÍA QUE POR MÁS QUE YA NO PUEDA HABLAR, NI MOVERSE, ELLA NOS ESCUCHA. PRIMO, POR LO MENOS VENÍ A SOSTENERLE LA MANO, QUE SE VAYA DE ESTE MUNDO SABIENDO QUE TODA LA FAMILIA ESTUVO CON ELLA ACOMPAÑANDOLA. FALTÁS VOS NADA MAS. ¡¡¡POR FAVOR!!!

 

Yo a esta altura estaba entre denunciar el número o seguir leyendo para ver que mas decía esta persona, que, claramente, no estaba en su sano juicio. Acabé quedándome con la segunda opción.

 

MENSAJE 4 DE 5

 

HACE 1 DÍA

DE: 15-XXXX-XXXX

ASUNTO: ¡¡¡BASURA!!!

 

LA TÍA SE NOS FUE. YA ESTARÁS CONTENTO. OTRO FAMILIAR QUE DECEPCIÓNAS EN LA VÍSPERA DE SU MUERTE. TE DIRÍA QUE LE PIDAS DISCULPAS A LA TÍA CARMELA, PERO NO VA A PODER SER PORQUE UNA PERSONA QUE EMANABA TANTO AMOR COMO ELLA DE SEGURO SE VA A IR AL CIELO, ¡¡¡EN CAMBIO VOS TE VAS A PUDRIR EN EL INFIENRO COMO EL SORETE HIJO DE PUTA QUE SOS!!! ¡¡¡QUE SIEMPRE FUISTE!!! NO TE QUIERO VOLVER A VER EN MI VIDA, A PARTIR DE HOY PARA MÍ ESTÁS MUERTO, BAH, YA HACE RATO QUE LO ESTABAS.

 

Yo me quedé perplejo. No entendía nada. No me parecía justo. A ver, ¿Por qué tenía yo que estar leyendo todas estas cosas tan espantosas?

No, es que claramente debía tratarse de un número equivocado y una persona que se encontraba mentalmente desequilibrada. Además, hasta donde tengo entendido yo no tengo ninguna tía Carmela. Que locura todo esto, por Dios.

 

Pero bueno, así es como llego al quinto y último mensaje. En esta ocasión por suerte se trataba de un amigo. Gilberto, quien me escribía para decirme que -para variar- otra vez se había peleado con la novia. 

 

MENSAJE 5 DE 5

 

HOY A LAS 20:45

DE: Gilberto

ASUNTO: hola amigo

 

HOLA, ¿COMO ESTÁS? ESPERO QUE POR LO MENOS MEJOR QUE YO. OTRA VEZ NOS PELEAMOS CON LUCRECIA. Y SI, YA SÉ LO QUE ME VAS A DECIR, PERO ESTA VEZ PARECE QUE ES DEFINITIVO. 

¿NOS PODRÍAMOS JUNTAR A CHARLAR UN RATO Y DE PASO TOMAR ALGO? SIENTO QUE TENGO MIL COSAS DANDO VUELTA EN LA CABEZA. YO INVITO, DALE.

 

Al leer las palabras de mi amigo una sonrisa astuta se me dibujó en el rostro.

 

“Definitivo” ¡Ja!, Si, claro. Como si no hubiese escuchado eso antes.

Si me lo preguntan, este tipo de relaciones (amorosas, románticas, o como quieran llamarle) no son más que una pérdida de tiempo. Una actividad que, a largo plazo, lo único que hace es retrasarnos de nuestras metas y objetivos.

Un bucle interminable de desacuerdos y planteos absurdos entre las dos partes, que después se reconcilian solo para volverse a pelear. Repitiendo este proceso de manera sistemática hasta que finalmente uno de los dos infelices se muere.

Si no mírenlo a mi amigo Gilberto. Aferrado como garrapata a una relación sin futuro, todo bajo el bendito justificativo de siempre: “Estoy enamorado”. 


Sí. Un pelotudo.


Entonces yo me pregunto ¿Qué significa estar enamorado? Porque a ver, yo he tenido relaciones, pero ahora tengo dudas con respecto a si estaba enamorado o no. Tal vez lo estuve y no me enteré.

¿Acaso es una cuestión de compañerismo? ¿De apoyar a la otra persona? ¿Del famoso "poner la otra mejilla"?

Porque si es así creo que no existe un mejor compañero que yo. Siempre apoyando a quien en aquel entonces fue pareja. Mi media naranja. Mi compañera en el modo cooperativo dentro de este dificultoso juego que es la vida.

 

Siempre estuve ahí con ella, apoyándola en absolutamente todo:

 

“Ahí te quedó algo de polvo”.

 

“¿De verdad a vos te parece que esto es pasar bien un plumero?”

 

“Mas vale que no le quede grasa a la sartén porque te hago tragar la esponja.”


Cosas así. Ah, que recuerdos.

 

Todas palabras motivadoras para que la mina pueda desempeñar bien sus funciones de mujer. Ya saben: limpiar, cocinar, obedecer. Esas cosas.

Pero no sé, después de aquella última relación fallida de convivencia que tuve, sumado a las seis anteriores, empiezo cuestionar mis propios métodos de convivencia y decir: “La pucha, capaz estoy haciendo algo mal.”

Y bueno no quería que a mi amigo le suceda lo mismo. Motivo por el cuál, decidí que lo iba a ayudar con este problema. Además, dijo que el invitaba. Y encima era viernes. ¿Saben hace cuanto que alguien no me invitaba a salir un viernes a la noche? Mucho. No existían ni los ubbers, imagínense.

 

Entonces, entusiasmado, me dirijo hacia el cuarto de mi madre para preguntarle donde había puesto mis camisas de salir.

 

-Bueno mujer, hasta que te dignaste a volver, ¿se puede saber en donde estabas?


-¿Cómo donde, hijo? Sí te dije que hoy era el velorio de tu tía Carmela. Y después el entierro. Estuvimos todos menos vos, ¿Qué pasó?


-¿Cómo? -fue lo único que atiné a decir.


-Tu tía. Carmela. Murió.


-¿Pero de que tía Carmela me estás hablando mamá? Hoy también me llegaron un montón de mensajes de un loco diciendo que vaya a ver a no sé que tía Carmela, vos que me decís que se murió otra tal Carmela, y yo lo que me pregunto es ¿Quién carajo es la tía Carmela?


-¿Cómo quien es, hijo? Tú tía Carmela. La que vivía en Lanus. Ibas prácticamente todos los fines de semana a jugar con tus primos.


-¿Carmela? -repito preso del asombro- ¿pero como? ¿Esa no era la tía Carmen?


-No hijito, Carmela se llama. Bueno, se llamaba. Pobre, que en paz descanse.


-Pero entonces el tipo de los mensajes…


-Ah, seguramente era tu primo Enrique. Pobrecito, tendrías que haberlo visto en el entierro, estaba destrozado.

 

Fue en ese preciso instante que la verdad se reveló ante mí como una persona a quien le sacan la venda de los ojos.


Todo. Los mensajes, la tía Carmela, incluso las palabras de mi progenitora, todo, absolutamente todo fue parte de una broma cruel organizada en conjunto con todos los miembros de mi familia para hacerme pasar por loco. Seguramente, orquestada por el máldito de mi primo Enrique. Cuyo motor en la vida es la de ir sembrando el mal a donde quiera que vaya.

 

Mirá lo lejos que fue capaz de llegar el sorete que incluso le cambió el nombre a la tía Carmen en un afán de confundirme.


Sin entrar en pánico, respiro profundamente y digo:

 

-Y decime, mamá, ¿se cagaron mucho de risa de mí? En el velorio, digo.


-¿Qué? ¿Cómo? No, mirá hijito ahora no empieces con estas cosas porque estoy que me caigo de cansancio.


-No, vos quédate tranquila que yo después me voy a encargar de saldar cuentas con Enrique. De momento andaría necesitando mis camisas de salir, ¿sabés dónde están?

 

Mi madre, con una expresión de asombro en el rostro, como si le acabara de preguntar si no vio una cabra pasar volando por la ventana, repite:


-¿Camisas de salir?


-Sí mamá, mis camisas de salir


-Pero si vos no salís nunca.


-Claro, eso es lo que te gustaría a vos y a mi primo ¿no?. Pero se van a quedar con las ganas, ¿sabés? Yo hoy voy a salir a divertirme. Mal que les pese.


-Bueno hijito, pero cuidate, por favor y mándame mensaje. Ah, y no te olvides de llevar una campera que a la noche refresca.


-Sí, sí, vení a hacerte la madre buena ahora.

 

Y fue así como tras escuchar las hirientes palabras de mi progenitora, tomé las llaves y me dirigí al encuentro con mi amigo Gilberto.

 

Claro, yo en ese entonces no tenía idea de los bizarros sucesos que iban a tomar lugar esa noche. Y les puedo asegurar que de haberlo sabido, jamás hubiese salido de mi casa.


CONTINUARÁ 




martes, 25 de agosto de 2020

Victoria (Una historia sobre bullying)

Nunca me consideré una persona religiosa, ni siquiera de chico. Tal vez tenga que ver con el hecho de que Dios jamás escuchó mis plegarias. Y las veces que más lo necesité siempre me dio la espalda.

 Y no piensen que no le di sus oportunidades. Incontables noches antes de ir a dormir, recuerdo haber estado arrodillado frente a mi cama con las manitos entrelazadas, profesando mi devoción hacia el todopoderoso. Prolongados momentos de mi vida, que en aquel entonces me deben haber resultado una eternidad ya que cuando uno es niño tiene una percepción del tiempo mucho más lenta que la de los adultos.

 Pero a mí eso la verdad que no me importaba. “Vos hablale que Dios te escucha,” solía decirme mi abuela. Entonces yo rezaba y rezaba y rezaba, hasta que un día me hinché las pelotas y recuerdo que fue en ese entonces cuando empecé a cuestionarme algunos aspectos de la religión.

 “¿Por qué Dios me ignora?”“¿Existirá realmente?” Esas eran tan solo algunas de las preguntas que solía hacerme de chic. ¿Será que acaso estaba cometiendo algún error en mis plegarias? Yo no lo creía realmente. Porque a diferencias del resto de los niños, yo no le pedía nada imposible ni complejo. Mis pedidos recuerdo que eran de lo más inocentes, propios de un niño de esa corta edad.

 “Querido Dios (solía decirle). ¿Cómo estás?  Soy yo. Tu ciervo W. Te quería contar que en la escuela todos los recreos tengo que soportar a mis compañeros jugando a la pelota y con todo el griterío que hacen se me dificulta bastante leer mi libro. Así que te quería pedir -si no es mucha molestia- que o bien les pinches la pelota, o si no de ultima, que le hagas explotar la cabeza a alguno mediante uno de tus rayos divinos. Como para dejar un mensaje. A ver si así dejan de hacer tanto bochinche, y me dejan terminar mi libro de 'Elige tu propia Aventura en paz´.”

 A la mañana siguiente mi madre, que se levantaba temprano todas las mañanas para prepararme el guardapolvo y llevarme a la escuela, se queda boquiabierta al ver que yo ya estaba levantado, listo para salir.
 
-Que temprano te levantaste.
-Si, mamá. Es que tengo el presentimiento de que hoy va a ser un gran día así que lo quiero disfrutar desde lo más temprano posible.

 La realidad que la noche anterior había estado tan emocionado que ni siquiera pude dormir. Me acuerdo que estaba acostado en mi cama y cada hora me parecía una eternidad. Mirando hacia el techo con una sonrisa de oreja a oreja, mientras me preparaba emocionalmente,  imaginándome el cuerpecito de alguno de mis compañeros todo carbonizado en el medio del patio de la escuela. Echando humo por un agujero en donde anteriormente había una cabeza. Capaz hasta nos dejaban salir antes y podía pasar por el kiosco a comprar un helado de limón. Para celebrar.
 
Ah, qué bueno que iba a estar.
 
Entonces fui a la escuela y cuando llegó por fin la hora del recreo, me senté en una de las gradas. Tomando la precaución de elegir una que estuviera lo más cerca posible a mis compañeros. Que en ese momento, y como todas las mañanas, se encontraban dándole patadas a una pelota hecha de papel y cinta scotch. Como los cavernícolas que eran.
 
Yo estaba tan entusiasmado que no podía parar de sonreír. En un momento hasta tuve miedo que eso me delatara y algunos de estos monos se dé cuenta.
 
En ese momento, Adrián, uno de mis compañeros, me ve y me dice:
 
-Hola W, ¿cómo estás? Che, nos falta uno. ¿No querés venir a jugar?
-No, la verdad que no. Estoy teniendo una mañana bastante agradable como para que se me arruine viéndoles la cara a ustedes.
-Eh, bueno. No, yo te decía para que no estés solo. Disculpá, si te molesté.
-No, todo bien. Pero ahora desaparecé de mi campo visual, por favor.
 
Adrián era al que menos soportaba de mis compañeros. Siempre haciéndose el buenito. Seguro que me estaba diciendo de jugar con ellos solo para ponerme en el arco. Así estos hijos de puta me cagaban a pelotazos.
 
Claramente me estaban haciendo bullying.
 
Pero no importaba. En pocos minutos estaba seguro de que el juego de la pelotita se les iba a terminar para siempre. Dios me había escuchado.
 
Los minutos fueron pasando y medio que me preocupé. En unos minutos iba a sonar la campana e íbamos a tener que volver al aula.
 
El cielo estaba gris. En cualquier momento se iba a largar a llover. ¿Habrá sido una señal?
En eso escucho la voz de una de mis compañeras:
 
-Disculpá, ¿te puedo preguntar algo? ¿Por qué mirás tanto al cielo?
-Por la misma razón que vos te la pasas mirándolo a Martín. Porque se me canta el quinto forro de las pelotas. Por eso.
 
Esta compañera en cuestión se llamaba Victoria. Y me gustaba desde primer grado. Entonces para disimular un poco le tiré una respuesta medio distante para que no quedar en evidencia. A parte a veces el hecho de tratar mal a la chica que te gusta te hace ver más interesante. Por lo que seguramente eso me había hecho ganar varios puntos.
 
A pesar de que seguí esperando, al final no hubo ningún rayo divino. Ni tampoco una pelota pinchada. Por lo que llegué a pensar que tal vez los poderes de Dios estaban limitados para mí porque seguramente me faltaba rezar más. Si, seguro que era eso. Capaz el poder de Dios era algo que tenías que ir desbloqueando a medida que ibas ganando más experiencia leyendo la biblia. Como si fuese un videojuego.
 
“Bueno, con que por lo menos Dios haga que alguno de mis compañeros se resbale jugando a la pelota y se desnuque, me conformo,” me dije a mí mismo.
 
Pero nada de eso ocurrió. Mis oraciones no solo habían caído en oídos sordos, sino que como si se tratara de una cruel broma del destino, un pelotazo me dio de lleno en la cara, haciendo que me caiga de la grada en donde estaba sentado y fuese a parar al suelo.
 
Recuerdo que en ese momento cuando logré levantarme, me puse a llorar. Me puse a llorar al mismo tiempo que tibias gotas de sangre salían de mi nariz y me manchaban el guardapolvo.
 
Más que por el dolor en si, por lo que realmente me había puesto a llorar fue por la impotencia y la desilusión al saber que Dios no solo me daba la espalda, sino que también se burlaba de mí.
 
Justo cuando me dirigía hacia el baño para lavarme la cara, Victoria se me acerca y me pregunta:
 
-¿Estás bien?
 
Su rostro detonaba verdadera preocupación. Incluso al día de hoy, todavía recuerdo su carita redonda, llena de pecas, y su particular peinado con trenzas.
 
Entonces ahí estaba yo. Observando a Victoria. Tratando de descifrar aquella mirada tan dulce que tenía, casi angelical…hasta que finalmente le doy una trompada en el medio de la cara. Tan fuerte que la piba se desplomó ahí mismo, como si fuese una pila de ladrillos viniéndose abajo.
 
“¡Nadie te pidió tu ayuda, puta!” recuerdo que le grité y después le di una patada. Aunque como había quedado inconsciente ni la sintió.
Uno nunca tiene que mostrar debilidad ante la chica que le gusta. Esa sigue siendo una de mis reglas, incluso hasta el día de hoy.
 
A parte que seguramente todo esto no fue más que una prueba de fe que me había puesto el Señor. Para ver si sucumbía a la tentación y terminaba pidiendo ayuda en lugar de valerme por mí mismo.
 
Entonces, bueno, la dejé a la hereje mi compañera tirada en el piso y me dirigí hacia el baño para limpiarme un poco. Y en el camino me acuerdo que recité dos o tres padres nuestros como para ir elevando un poco mi nivel de bondad.
 
Estaba haciendo las cosas bien. Era solo una cuestión de tiempo para que mi fe empezara a dar sus frutos.
 
Con toda la conmoción terminé perdiendo por completo la noción del tiempo, al punto de que el recreo se me pasó volando.
Cuando llego al salón me encuentro con que la clase de plástica ya llevaba varios minutos de haber comenzado.
 
Romina (la maestra) una joven de unos 25 años en aquel entonces, interrumpe la clase, y gira la cabeza apenas me ve que estoy abriendo la puerta.
Su rostro dejaba al descubierto una expresión de incredulidad mezclado con horror. Como si en lugar de entrar al salón un tierno y dulce niño de 8 años, acabara de irrumpir al lugar el mismísimo hijo de Lucifer.
 
-¿En dónde estabas? -me pregunta de forma casi acusadora, como si fuese un criminal buscado. A lo que yo le respondo que me encontraba en el baño limpiándome las manchas de sangre. Ya que durante el recreo a mis compañeritos de clase no se les ocurrió otra forma mejor de pasar el rato que darme un pelotazo en el medio de la cara. Y todo porque me rehusé a jugar con ellos.
 
-¡No, W! ¡Te juro que fue un accidente! ¡No lo hicimos a propósito! -me grita Marquitos. Uno de los chicos más humildes de la escuela. Siempre con el guardapolvo usado y las zapatillas gastadas.
 
-Vos cerrá el orto, piojoso de mierda- le digo.
 
Yo ya estaba caliente, me acuerdo. Yo me había levantado con la mejor onda del mundo y estos crápulas me tenían que venir a joder el día con su bullying.
 
La maestra (como si no hubiese escuchado una sola palabra sobre de lo que le acababa de contar) me dice que el director del colegio había estado preguntando por mí. Solicitando de manera urgente que me acercara a la dirección.
 
¡Ja!, esto por supuesto no significó ninguna sorpresa para mí, ya que el director, ya sea por una cosa o la otra, siempre encontraba alguna excusa para venir a buscarme al salón de clase y dejarme castigado en la dirección. Inventando cargos en mi contra, como siempre con la complicidad de algún docente. En este caso la maestra de plástica.
Lo cual tampoco me sorprendió ya que hace rato me había percatado de que la escuela estaba organizando un complot en mi contra que involucraba al director, los maestros, los alumnos y el personal de maestranza. Con el único propósito de manchar mi nombre. Todos estaban en mi contra. Todos me hacían bullying.
 
Y esto yo se lo había dicho a mi madre en incontables ocasiones, pero la maldita perra simplemente no me creía y siempre me salía con lo mismo:
 
-¿Hijito estás seguro que vos no tendrás un poquito de culpa también?
 
Si. Culpa de ser demasiado bueno y noble, tal vez.
 
Yo no lo podía creer. No podía creer como una madre era capaz de dudar de su propio hijo. Y más aún cuando ese hijo era yo, que vivía con la biblia debajo del brazo, siempre pensando en la forma de ayudar a los demás. ¿Qué no había hecho por esta familia? Hice hasta lo imposible por salvar la cena navideña, ¿Y todo para qué? Para que me terminen culpando a mí de todas las desgracias que habían acontecido esa noche, cuando lo único que hice fue desenmascarar las mentiras del tirano de mi tío Horacio.
 
Pero bueno, volviendo al salón de clase, yo me disponía a tomar asiento en mi lugar, al tiempo que mi maestra me seguía con la mirada.
 
-¿Puedo saber que estás haciendo? El director dijo que vayas a su oficina. -me dice la maestra. A lo que yo le respondo (siempre desde la altura y el respeto) que se quedara tranquila. Que ni bien terminara la clase iba a ir a ver al director. Y qué bueno, si no le gustaba que me llevara ella, a ver si podía.
 
La maestra hace un gesto de negación con la cabeza como si estuviese diciendo “Bueno, hace lo que quieras,” y vuelve a la clase, sin prestarme mayor atención.
 
La consigna del día era dibujar algo que representara algún momento importante en la vida de otra persona. Podía ser cualquiera que nosotros conociéramos. Un amigo, tu compañero de al lado, un familiar, etc., etc., etc.
 
"Esta es la mía," fue lo primero que pensé.
 
La oportunidad de tener un gesto noble con mi maestra y ganarme su confianza.
 
Déjenme que les explique: Hace unos meses, Romina, la maestra de dibujo, había perdido un embarazo y a raíz de eso su esposo la abandonó, ya que fue incapaz de superar la tristeza y por ende decidió huir.
Por lo que mi querida maestra aún se encontraba bastante sensible.
 
Así que no lo pensé más. Tome mis lápices y puse manos a la obra.
 
El tiempo fue pasando y yo estaba ahí, con los cinco sentidos en mi hoja. Estaba tan concentrado y tan entregado a mi obra que básicamente me había vuelto uno con el lápiz.
 
Hasta que de pronto me doy cuenta de que me faltaba lo más importante.
 
-Disculpen chicos, ¿alguno tiene lápiz de color celeste para prestarme? -le pregunto a mis compañeros. Pero como era costumbre, el silencio y la indiferencia fueron mi única respuesta.-¿Que pasa chicos? Me pareció haber visto que alguien tenía una caja llena de lápices con varios colores. Pero no me acuerdo quien.”
 
La maestra me mira y me dice:
 
-Si, estás hablando de Victoria. Pero como vos ya debes saber, tuvo un accidente y no va a volver por el resto del día.”
 
Yo me quedé perplejo. “¿Cómo un accidente? ¿Cuándo?” No tenía sentido, si hasta hace un rato la había visto en el patio y estaba lo más bien. Desparramada en el piso con la nariz rota, pero después de eso, diez puntos.
 
En fin, me las arreglé como pude y poco antes de que se sonara el timbre (y esperar a que el resto de mis compañeros entregaran sus trabajos así dejaba lo mejor para el final) me acerco a la maestra y le digo:
 
-Mire seño, este es mi dibujo, me tomé el atrevimiento de inspirarme en su vida. Lo hice con el corazón, espero que le guste.
 
Por un momento les juro que canté victoria. Al ver la tierna y dulce sonrisa de una maestra que claramente estaba orgullosa de tener un alumno capaz de engendrar semejante obra de arte.
Pero lamentablemente mi alegría duró muy poco, ya que aquella sonrisa poco a poco se fue desfigurando y deformando, como en cámara lenta, hasta convertirse en una mueca de horror y asco.
 
Entonces, para aclarar las cosas, rápidamente me acerco y procedo a explicarle mi obra en detalle. Así no había malentendidos incómodos para nadie.
 
“No, seño. Espere. Déjeme que le explique, por favor. Esta que está acá en el piso llorando y extendiendo el brazo de manera suplicante y patética, es usted. Y la persona que sale al otro extremo de la habitación (y de quien cuya imagen solo vemos la pierna y el brazo) es su esposo. O ex esposo, como usted prefiera. No sale completo porque es justo el momento en donde se está yendo por la puerta y la deja. Y bueno, finalmente esa bola roja y deforme que aparece en el piso sobre un charco de sangre es él bebe que perdieron.
Creo que fue un momento muy importante en su vida que de seguro la marcó y es por eso que decidí inmortalizarlo en este humilde dibujo. La verdad que no espero que me ponga un diez, pero con que me ponga un nueve cincuenta y lo pegue en su heladera me conformo.”
 
Lo que siguió a continuación fue un grito desgarrador por parte de mi maestra, que hizo que las palomas de la ventana rajaran a la mierda.
 
La mina rompió en llanto ahí nomás y salió del aula corriendo y gritando.
 
Yo no entendía nada. ¿Por qué se había ido sin decir nada? ¿Le había gustado o no le había gustado mi dibujo?
 
Lo siguiente que recuerdo de ese día, fue que poco después (por alguna razón) me encontraba una vez más en la oficina del director. El cual sostenía mi dibujo con las puntas de dos de sus dedos (como si fuese algo tóxico y peligroso) me pregunta:
 
-¿A vos te parece bien lo que hiciste?
 
Al principio no comprendí bien a qué se refería Luis (así se llamaba el director), pero al cabo de unos segundos lo entendí perfectamente. Entonces le digo:
 
-Bueno, es que no conseguí celeste, que era lo que tenía pensado para las lagrimas. Así que tuve que usar un crayón. Perdón.
 
Evidentemente no fue la respuesta que buscaba este hombre, ya que al día siguiente citaron a mi mamá al colegio. Se había vuelto tan comunes los llamados a mi madre que en un punto hasta habían abarajado la posibilidad de instalar una línea directa, similar al que usaba el comisionado Gordon para llamar a Batman, en la serie de los 60.
 
Ese día logré escabullirme de mi salón de clases y me dirigí hasta la puerta de la dirección para ver si era capaz de escuchar algo de lo que el director le estaba diciendo a mi madre.
 
No se escuchaba muy bien, así que tuve que prestar la mayor atención posible.
 
“…y la dejo ahí tirada, señora, con la nariz rota. Una nena inocente y una excelente alumna en todos los aspectos. Hoy los chicos se tomaron la foto anual y la pobre estuvo llorando todo el día porque ella tuvo que salir con media cabeza vendada.” 
 
Claramente estaban hablando de Victoria. Típico de Victoria, hacer un melodrama por cuestiones estéticas. Si no fíjense ustedes. La muy egoísta preocupada por si salían o no sus heridas superficiales, sin ponerse a pensar un segundo en mis heridas.
Las heridas del el corazón, causadas por el hecho de que estaba en tercer grado y todavía no tenía un puto amigo. Y eso que estaba haciendo un esfuerzo sobre humano.
 
Sinceramente empezaba a pensar que estaba haciendo las cosas mal.
 
Pero no terminen de indignarse, ya que las mentiras y calumnias del malvado director, todavía estaban lejos de terminar.
 
“Y después lo que le hizo a la maestra de dibujo. La joven renunció esta mañana y ahora incluso está pensando en dejar la docencia. La madre nos llamó y dijo que ahora está con tratamiento psiquiátrico. Sinceramente señora, no cree es hora de buscar una solución para su hijo ¿El padre que piensa a todo esto? ¿No pensaron en algún momento, no sé, dejarlo en la puerta de una iglesia y empezar de cero?”
 
Mi madre en ese momento se quiebra y empieza a llorar. Diciendo que efectivamente esa posibilidad la habían pensado en reiteradas oportunidades. Pero que no nunca lo hicieron, ya que no querían cagarle la vida a otra familia inocente.
 
Unos días más tarde mis padres se me acercan y me dicen que habían tomado la decisión de inscribirme en una escuela dominical. Según ellos, para que esto me ayudara a ser mejor persona. Incluso una mejor de lo que ya era.
 
Y no les puedo negar que al principio estaba emocionado. Emocionado ante la perspectiva de poder interactuar con otro grupo de chicos de mi misma edad, y capaz (si Dios quería) hacer amigos.